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Ge­schich­te: Ka­pi­tel 1

Capítulo 1: Pri­me­ras im­pre­sio­nes

Jonas es un chico alemán de 16 años de Stutt­gart. Par­ti­ci­pa en un in­ter­cam­bio con un in­sti­tu­to español en Bar­ce­lo­na. Está muy ilu­sio­na­do por­que hoy es el pri­mer vier­nes que pasa en una ci­u­dad tan gran­de. Du­ran­te la se­ma­na de cole­gio ha co­no­ci­do a muchos chi­cos. In­ter­cam­bió su número de teléfono con un grupo de tres chi­cos y dos chi­cas. El jue­ves por la noche re­ci­bió una in­vit­a­ción por wordupp para que­dar con el grupo el vier­nes por la noche.

Bar­ce­lo­na. Vier­nes, 22:57. Jonas mira de forma ner­vio­sa su reloj : son las once menos siete de la noche y aún fal­tan dos es­ta­cio­nes de metro para lle­gar a Plaza Ca­ta­luña . Es­pe­ra no lle­gar tarde por­que no quie­re dar una mala im­pre­sión al grupo de chi­cos que le invitó. Mira por la ven­ta­na del metro y ve pasar las luces del túnel. De re­pen­te, se fija en el re­fle­jo de la ven­ta­na y ve que la chica que está sen­ta­da de­lan­te de él le mira son­ri­en­do. Ella le preg­un­ta: – Chico, estás muy ner­vio­so, ¿ver­dad?- Jonas le con­tes­ta: – La ver­dad es que sí. ¿Cómo lo sabes? – A la chica se le es­ca­pa una car­ca­ja­da y le pone una mano en­ci­ma de la ro­dil­la. - ¡Por­que no paras de mover las pi­er­nas! – Jonas se pone rojo como un to­ma­te y le ex­pli­ca que ha que­da­do con un grupo de ami­gos y que no quie­re que­dar mal lle­gan­do tarde. La chica vu­el­ve a reírse un poco y le dice con tono simpático: – No te preo­cup­es, hom­bre. Te pro­me­to que no vas a lle­gar tarde. – La chica le guiña un ojo a Jonas y vu­el­ve a escri­bir men­sa­jes en su teléfono.

Al cabo de cinco mi­nu­tos, el metro llega a la pa­ra­da Plaza Ca­ta­luña y Jonas sale dis­pa­ra­do del metro. Está lle­gan­do tarde. Sube cor­ri­en­do las esca­leras que dan a la sal­i­da del metro y, limpiándose el sudor de la fren­te y mi­ran­do la hora en su móvil, ve que va a lle­gar tarde por cinco mi­nu­tos. „Oh man, hof­fent­lich sind sie nicht ohne mich los­ge­gan­gen”, pi­en­sa. Después de subir las últi­mas esca­leras, Jonas em­pie­za a ver los cen­tros co­mer­cia­les, los re­stau­ran­tes, los bares y el Hard Rock Café que ha visto al­gu­na que otra vez en las fotos del libro de español del in­sti­tu­to alemán. No obstan­te, no hay ni ras­tro de sus ami­gos. Saca el móvil de su bol­sil­lo para vol­ver a leer len­ta­men­te el men­sa­je que le mandó Ja­vier, uno de los chi­cos del grupo:

Jonas le­van­ta la mi­ra­da y lee el le­tre­ro gran­de del café de en­fren­te: „Café Zúrich”. „Hmmmm”, pi­en­sa. „Es ist schon zehn nach elf und kei­ner von der Grup­pe ist da.” El chico es­pe­ra du­ran­te cinco mi­nu­tos más y de­ci­de darse media vu­el­ta para bajar por las esca­leras del metro y vol­ver a casa.

Pero justo en ese mo­men­to es­cu­cha una voz co­no­ci­da detrás suyo que dice: – ¡Jonas, tío! ¡Qué pun­tu­al eres! ¡Eres como un reloj suizo!

A Jonas le par­e­ce un poco extraño que Ja­vier no se dis­cul­pe por haber lle­ga­do tarde, pero al final el buen humor y las bro­mas del chico español ter­mi­n­an por con­ta­gi­ar­le .

– No te preo­cup­es, – dice Ja­vier. – Nue­stros ami­gos siemp­re lle­gan con un poco de re­tra­so. ¿Qué tal si te in­vi­to a tomar una li­mo­na­da y unas pata­tas con oli­vi­tas ? – A Jonas le gusta la idea, pero se preo­cupa un poco por los otros chi­cos del grupo. Ja­vier le tran­qui­liza di­ci­en­do que no es ningún pro­ble­ma y que les escri­birá un wordupp y que ya vendrán al bar. Ja­vier ab­ra­za a su amigo con el brazo de­recho y, ca­mi­n­an­do hacia el bar, le dice: – Ost­ras, cha­val. ¡Qué ent­re­na­do estás! ¡No me extraña que las chi­cas no paren de hab­lar de ti!

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