M6: Tarea final 1 Texto 1 las lenguas maternas
En la obra Jo també sóc catalana (Yo también soy catalana), la autora Najat El Hachmi reflexiona dirigiéndose a su hijo sobre sus experiencias desde niña como emigrante marroquí en Cataluña. Este fragmento se refiere al tema de la lengua.
Entramos en una tienda antigua, de toda la vida, medio ancorada1 en el pasado. Aún hay olor de siglos tras el mostrador2. Los dependientes3, tan formales, con los cabellos bien peinados recuerdan los de otras épocas, […] ¿Qué le pondremos, señora? No dejan de mirar atentamente a la clienta que quiere unos ganchos4 para las cortinas nuevas, […]
Es mi turno:
—Dime, ¿qué quieres? — De repente el señor Eladi, tan atento, ya no lo es tanto conmigo, en su tono hay una especie de prisa, un rencor5 subterráneo que me es bastante familiar. Y esta manía de hablarme en castellano. Él no se lo debe imaginar que con sus palabras ya me ha vuelto a poner el dedo en aquella llaga6 que nunca se cura7, porque siempre hay alguien que te hurga8 en ella cada día. Quizás lo hace de buena fe, está claro que todos los inmigrantes deben saber sólo castellano, si apenas nos podemos entender. Esta chica, con estos rasgos y la piel tan morena... como mínimo debe de ser marroquí. Mi reflejo en sus ojos, señor dependiente, es el de una pobre chica inmigrante e ignorante, desconocedora del país donde vive, e incluso muda quizás. Os pensáis que no sentimos las palabras que nos hieren sólo porque las decís en catalán. Qué importa, nosotros siempre hace poco tiempo que estamos aquí, no importa que haya vivido ocho años en Marruecos y dieciséis en Cataluña, siempre me miras como el que acaba de llegar y no es capaz de aprender tu lengua, dicho y hecho, hablémosles en castellano y que aprendan el castellano. Sólo demuestras no conocerme ni a mí ni a todos los inmigrantes que hay en la ciudad desde hace años. ¿No sabes que los niños hablan en catalán en el patio de la escuela?
[…] He mantenido conversaciones enteras con interlocutores catalanes de pura cepa9 que se empeñaban10 en hablarme en castellano, yo continuaba hablando en catalán y ellos, por no sé qué tipo de tozudez11 no cambiaban de lengua. Esta campaña tan nueva de «tú eres maestro»12, ya hace años que la predico13. Hago militancia por la lengua desde que descubrí que ya no había marcha atrás, que ya formaba parte de mi yo interno sin posibilidad de rehacer mis propios pasos. No fue decisión propia el venir a parar a Vic, tampoco (no) lo fue aprender la lengua de su gente y hacérmela mía hasta el punto de serme más fácil hablar con mi hijo en catalán que en amazic14. Y siendo las dos lenguas marginadas por ciertos poderes, aún sentía más el deber15 de defenderlas, de elevarlas al lugar que les corresponde aunque fuera sólo haciendo uso de ellas. La mayoría de los inmigrantes, sobre todo los que vinimos de pequeños y hemos pasado gran parte de nuestras vidas aquí, los mal llamados de segunda generación, tememos hacer una afirmación como ésta: […] es arriesgarse a ser rechazado tanto por aquéllos que, siendo también inmigrantes, no han vivido el proceso de la misma manera (que) (como por) los autóctonos. No sé muy bien por qué a algunos catalanes les ofende que se hable su lengua, todo ello debe tener más que ver con la forma de quererla. ¿O es que en el fondo toda esta gente que me contesta siempre en castellano, continúa pensando como hablantes de una lengua minoritaria?
La Cati, una mujer de cabellos demasiado negros y prematuramente arrugada, presumía16 de haber visto mundo con su marido, me alegra mucho que hables tan bien el catalán, todos deberíais ser así. Cuando ya hacía tiempo que nos conocíamos, se le pasó por la cabeza empezar a probar las terapias naturales, la meditación y cosas por el estilo.
—Tengo que ir a comprar «incens»17.
—Debes querer decir «encens».
—No, se dice «incens».
—No, se dice «encens». «Incens» lo decimos normalmente por influencia del castellano, pero está mal dicho.
—Sí, hombre, me lo dirás tú a mí, que soy catalana.
Fíjate por dónde que la catalanidad legitimaba cualquier palabra que saliera de su boca. Tan admirada como había estado de que yo hablara el catalán, me imaginé que estaría aún más contenta si le demostraba que intentaba hablarlo tan bien como sabía. Pero no, ser catalán es más importan-te que preocuparse por utilizar las palabras adecuadas. Me indigné, yo me creí más legitimada para hablar de correcciones lingüísticas. Al fin y al cabo, era yo quien me había leído el diccionario cuando no tenía otra letra impresa al alcance, pronunciaba las palabras en voz alta para percibir la musicalidad, exploraba las definiciones para encontrar matices.'" «Encens» era una palabra que, precisamente, había buscado en el diccionario. No bajé del burro18:
—Si quieres te traigo el diccionario.
—No hace falta, toda la vida que he dicho «incens» y no vas a venir tú, de fuera, a decirme cómo tengo que hablar mi lengua.
Evidentemente, dejamos de ser amigas.
Que a mí se me dirijan en castellano aún puedo entenderlo, pero a mi hijo, que ha nacido aquí, ¿le continuarán hablando en castellano quienes no le conozcan? Quizás la campaña de «tú eres maestro» hará furor en esta sociedad y no me tendré que preocupar más. Con el paso de los días voy viendo que mi hijo desde sus tres años acabados de cumplir debe de haber captado esta obsesión mía por el uso de la lengua. En otra tienda, le preguntan:
—¿Cómo te llamas? Estupefacto19, te veo fruncir el ceño20, arrugas la frente hasta que tus cejas casi se tocan y respondes, gritando:
—No, eso no. Com et dius!21
La dependienta, incómoda, no sabe si reír o enfadarse. Vaya compromiso22, yo no sé ni qué decirle. En el fondo, sin embargo, me siento maléficamente orgullosa de este hijo mío. Quizá sin darme cuenta le he transmitido la militancia por la lengua. ¿O es que, sencillamente, no se veía reflejado en las palabras de aquella chica?
¿Qué futuro le espera? ¿Hará siempre de puente, como he hecho yo, o sabrá arraigar definitivamente? Yo aún conservo el amazic23 de mis padres, él sólo lo entiende, le cuesta pronunciar según qué sonidos, cuántos grados de aspiración, cuántas guturales. ¿Le dirá alguien, todavía, que no tiene derecho a corregir a los hablantes poco cariñosos con su propia lengua? Todo un camino de incertidumbre24 se abre ante nosotros, sus cabellos rizados y su piel, todavía un poco más oscura que la de los autóctonos, siempre le delatarán25.
Análisis
Analiza la actitud hacia las distintas lenguas presentes en el texto que tienen la narradora, las personas de su entorno y su propia familia (su hijo).
Compárala con la actitud de la narradora de Borderlands/La frontera, de su familia y de las personas de su entorno hacia las distintas lenguas de las que se habla en sus textos.
Tarea facilitadora: M6a
1 aquí: situar
2 Theke
3 vendedor/a
4 Haken
5 Groll
6 expresión idiomática: den wunden Punkt berühren
7 heilen
8 herumwühlen
9 waschecht
10 insistir en hacer algo
11 Sturheit
12 eslogan de una campaña publicitaria del año 2003 de la Generalitat de Cataluña destinada a promover que los catalanes se dirigieran a los emigrantes en catalán.
13 hier: mit gutem Beispiel vorangehen
14 dialecto bereber
15 la obligación
16 angeben
17 Weihrauch (en catalán)
18 expresión idiomática: nachgeben
19 perplejo
20 hier: etwas missbilligen
21 „¿Cómo te llamas?“ en catalán
22 hier: Verlegenheit
23 Ver nota 14
24 Ungewissheit
25 verraten
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